Los números de 2013

Los duendes de las estadísticas de WordPress.com prepararon un informe sobre el año 2013 de este blog.

Aquí hay un extracto:

La sala de conciertos de la Ópera de Sydney contiene 2.700 personas. Este blog ha sido visto cerca de 8.500 veces en 2013. Si fuera un concierto en el Sydney Opera House, se se necesitarían alrededor de 3 presentaciones con entradas agotadas para que todos lo vean.

Haz click para ver el reporte completo.

El tiro contra Karpov

Las manos las tenía heladas. Javier Vargas me decía «tranquilo, relájate y disfruta el juego». Fácil decirlo, imposible llevarlo a cabo.

Cómo no iba a estar nervioso, si 15 minutos después iba a estar jugando una partida de ajedrez nada menos que contra el legendario ruso Anatoly Yevgenevich Karvop, mejor conocido como Anatoly Karpov o simplemente Karpov.

La sede fue la Sala Nezahualcóyotl y el evento formó parte de la Feria Internacional del Ajedrez en la UNAM. Por supuesto, no estaba el lugar reservado para Iván Pirrón y Karpov; en total fuimos 30 invitados, 15 para Anatoly y 15 más para Garry Kasparov en partidas simultáneas.

Sonó mi nombre, ocupé mi lugar, justo a la derecha de Ricardo Rocha, periodista y columnista de El Universal. Le dije: «Encantado, soy Iván Pirrón», y resulta que se ha tomado la molestia de leer mi columna Aquí Sólo Football. Literal, «encantado».

Segundos después, aparecieron los maestros rusos (que durante muchos años fueron archirrivales), estrecharon la mano de sus contrincantes mexicanos y comenzaron a surtirnos la tiendita.

¿Cómo se supone que le debes jugar a un tipo como Karpov? ¿Conservador? ¿Ultradefensivo? ¿Temerario? Bueno, pues en lo que se los platico Anatoly ya había movido su primer peón, o algo así como el kickoff. Inmediatamente propone un intercambio de peones en el centro del tablero, que gustoso acepto; ahora vienen sus caballitos (ah, cómo los odio), presionados por mis alfiles.

Ocho movimientos y me siento con ventaja numérica, tras capturar uno de sus equinos. No era más que una vil y asquerosa trampa del ruso. Mordí el anzuelo, como si fuera caca y yo mosca. Jaque con el alfil blanco, lo cual dejó a mi reina frente a la suya, sólo que la mía sin pantaletas.

Me defiendo del jaque con uno de mis alfiles. Karpov toma mi dama. «Qué pendejo», me dice esa vocecita interior que seguido me habla. Suenan aplausos del respetable, y es que Kasparov ya despachó al primero de su quince.

OK, aquí es donde cambia el plan de juego. No pienso ser el segundo, ni el tercero en la lista de los que ni las manos metieron. San Manolito Lapuente, ayúdame, porque voy a echar el camión atrás.

Siguen los jaques y mis jaquecas. Karpov domina el centro del tablero (una máxima en el ajedrez), con esa reina dominante y altiva, ahí, ahí, como en pasarela.

Más aplausos. Otro para su casa. Y otro y otro.

Me enroco. Enroque largo. Lo hago pensar. Ocho segundos, pero pensó. Lanza al alfil de cuadro blanco y estoy forzado a intercambiar más piezas. Ahí va mi último caballo. Murió por la causa. Karpov finalmente usa las torres y es el principio del fin.

Como no queriendo la cosa, me asomo al tablero de mi izquierda. Sí, el de Ricardo Rocha vs. Karpov. Veo claramente que está en jaque y que su reina ya respira aire ajeno. Chin. Ni modo. Hago un cálculo rápido y me doy cuenta que yo puedo resistir dos jugadas más que Rocha. No se diga más.

Me defiendo con las torres ante el inminente jaque mate. Son dos torres contra dos torres y la reina. No es precisamente la manera en la que quieres terminar una partida contra Anatoly Karpov, ¿verdad?

Aplausos para despedir a Ricardo. Tengo un suspiro más, pero mi rey está más muerto que Elvis. Karpov recorre los tableros. Más aplausos, ahora para Kasparov. Ah jijo, ¡ya venció a sus 15! Rapidito, Karpov le da vuelta a la mesa y llega con Pirrón. «Thank you very much», le dije. Sentí que la retirada era más elegante.

Sonrió, me extendió la mano y me mandó para mi casa.

Javier, te agradezco muchísimo por haberme invitado a vivir tal experiencia. Ya tengo que contarles a los hijos de Dariana y Guri.

El gran maestro

Gran rival, por cierto

Kickoff

Pirrón
Ya llegué

Finalmente me decidí a tener un blog. El otro día leí que todo periodista debe tener uno. ¿Por qué no?

La idea es escribir menos de deportes y más de mis otros placeres, de lo que me gusta (y no) de la vida y de aquello que considero nos puede identificar mútuamente.
No sólo de un ovoide vive el hombre.
Acepto felicitaciones y consejos de bienvenida.
Cheers